¿A quién no le gustan los camarones?
A nosotros sí.
Los camarones tienen dos problemas recurrentes:
- La frescura
- Lo mucho que se encogen al cocinarlos
Afortunadamente, ahora sabemos la solución a ambos problemas y se la contamos.
Lo primero es la compra del camarón. Tiene que estar muy fresco.
¿Cómo sabemos si el camarón está fresco?
Lo primero es el olor. El camarón debe oler bien, a mar. Nunca compremos camarones que huelan extraño.
De ser posible, es indispensable comprarlo con caparazón y con cabeza (ya veremos por qué). Un camarón fresco tiene una línea negra entre la cabeza y el tórax.
En caso de que el camarón no tenga cabeza, la carne debe verse turgente, pero no traslúcida. Un camarón de carne traslúcida probablemente fue tratado con salmuera.
Si podemos evitar comprar camarón pelado, hagámoslo.
Cocinando camarones
Nuevamente el secreto está en el caparazón.
Si compramos los camarones enteros, este es el momento de quitarles la cabeza.
Lavemos bien los camarones con su caparazón.
Para cocinar camarones, pongamos a hervir abundante agua con un poco de sal, media cebolla, una ramita de apio, un diente de ajo y hierbas ad libitum. Una vez que el agua hierva, añadimos los camarones con el caparazón (perdón por la insistencia) y esperamos a que el agua vuelva a hervir. Inmediatamente los camarones cambian de color a rojo. Se cuentan dos minutos y los retiramos del agua echándolos en agua fría para detener la cocción.
Sólo ahora pelamos los camarones. Al hacerlo así, nos aseguramos de que no se encojan al cocerlos, ya que la caparazón los mantiene de su tamaño original.
Para quitarles el hilo intestinal, no utilizamos un cuchillo, sino las manos. Abrimos el camarón ya pelado con los pulgares, y retiramos el hilo intestinal directamente. Es mucho más fácil hacerlo así que con un cuchillo.
Estamos listos para darles su destino final!
¿Tienes alguna técnica regalona para los camarones? ¡Cuéntanos en los comentarios!
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