Nos habían recomendado la Chuchurranga desde distintas fuentes independientes entre sí. Es un restaurante (o una hueca, si prefieres) que queda en La Libertad, que se enorgullece de su patrimonio afroamericano esmeraldeño, y es famoso por su sazón.
Finalmente fuimos y nos encantó. Lo bueno que habíamos oído sobre ellos es muy cierto. Es un recomendable lugar.
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Nos encantó que tenga la cocina abierta. Eso nos habla de transparencia. Es además una cocina inteligentemente diseñada y dispuesta, con buena distribución, de acuerdo a la chef de nuestro equipo.
Fuimos un lunes en la mañana. Había poca gente y nos atendieron rápido. La carta es amplia y tras leer y preguntar a la mesera y ser informados, nos decidimos por sendos cafés pasados y los siguientes sólidos:
- Un súper perro: arroz con moro, huevos fritos, carne de chancho y un chorizo en forma de pulpito.
- Una tortilla mixta: muy buena. Lo que las totillas de verse sueñan con ser cuando grandes.
- Un bolón de verde mixto: excelente.
Una delicia.
Tanto así fue, que llevados por la gula, pedimos un bolón de maduro y unos patacones además de lo ya consumido, con un jugo de mora y otro café.
Los patacones eran mitad de verde normal y mitad de maqueño. No los fotografiamos de puro golosos.
Definitivamente, el local nos encantó. Amplio, limpio, muy bien atendido, y con personal bien informado. Además no es para nada caro.
Esperamos volver muy pronto porque la carta tiene más cosas que explorar.
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