La casa huele a samosas. Perfectamente adecuado para una celebración tan universal como es el solsticio, con o sin disfraz de héroe solar Mattel, pero la idea no es darle al archimentado tema del Natalicio del Sol™
El tema es hablar de comida, como corresponde.
El relleno de estas samosas es sorprendentemente simple:
- Papas
- Arvejitas
- Aceite
- Sal
- Comino
- Pasas
Sin embargo el resultado es definitivamente otra cosa. Es esa alquimia –usando el término en forma absolutamente irresponsable– que constituye una de las magias de la cocina.
Mi amigo Rodrigo Peña (sensei para los amigos) me narraba una triste historia alguna vez con una cazuela. La historia era de llegar a casa con hambre y antojo de cazuela, serle presentado un plato que tenía toda la apariencia de la cazuela, pero que al llevarse la primera cucharada a la boca…
…la desilusión era terrible.
Eso sucede cuando en la cocina los muchos no se hacen uno, cuando el todo no es más que la suma de las partes.
En un libro de cocina peruana encontré un término que –a pesar de estar cargado de supuestos– es el término justo. Define la preparación de un sofrito hasta que se casen los ingredientes. Volvemos al chymical wedding, las bodas alquímicas en que dos se hacen uno, no al trámite de registro civil ni a las salmodias de fórmula.
Quizá por eso Rumi tiene el poema del garbanzo.
Y ahí tenemos a la cocina como metáfora, como alquimia –usando el término en forma bastante más responsable que al principio.