Lo que son las cosas. Fuimos a casa de unos amigos para almorzar el día del ñoqui, e hicimos sushi para el aperitivo. Hubo una cosa de calce porque era el día del pescador en Chile, y usamos pescado. Todo calza.
Después de más de un año sin comer sushi, finalmente encontramos nori en el supermercado de la esquina de la casa. Exultación y júbilo, así es que toda oportunidad es buena para hacer sushi.
Para el arroz lavamos muy bien dos tazas de arroz crudo. Utilizamos la mnemotecnia de lavar el arroz 8 veces, cambiando el agua en cada una de ellas.
Una vez lavado, lo cocemos lentamente en el doble de agua hasta que el agua se haya absorbido, sin nada de sal.
Luego lo extendemos en una bandeja para que se enfríe rápido y lo mezclamos con vinagre preparado. Previamente habíamos disuelto una cucharadita de sal y una cucharadita de azúcar en media taza de vinagre de arroz.
Mientras el arroz se enfría cortamos el pescado (en este caso atún fresco) en tiritas.
Cuando el arroz está frío, se dispone en una capa delgadita sobre el nori.
Tomemos la precaución de dejar un par de centímetros sin arroz en el extemo distal de la hoja de nori, y mojemos esta zona. Pensemos en que vamos a cerrar un sobre con goma, como los de antes.
Sobre el arroz va el pescado, o en este caso, unos de pescado y otros de camarón.
Luego la palta, queso crema y sésamo.
Ahora viene el enrollado. Hemos descubierto por ensayo y horror error que mientras más apretado comencemos el rollo, mejor. Esto se refiere a poner atención y no a aplicar grandes cantidades de fuerza, ojo.
Finalmente, presionamos el extremo final del nori que habíamos mojado antes, para que se pegue contra sí mismo y el rollo quede firme.
Utilicemos un cuchillo muy afilado, y vamos mojando la hoja entre cada corte.
De ahí proseguimos cortando hasta que ya no quede nada por cortar.
En esta ocasión nuestra amiga Diva preparó una especie de chutney de jengibre maravilloso.
Fuimos muy felices.
Después de ese sushi, vinieron los ñoquis 😉