Amamos el tocino.
Quizá demasiado.
Entonces, lo congelamos para que no sea tan “llegar y utilizar”.
Pero entonces, la mente comienza a pensar en cómo utilizarlo aunque esté congelado.
De ahí nos vino esta inspiración.
Sólo necesitamos un trozo de tocino congelado, una bolsa plástica y un palo de amasar (uslero, bolillo o como se denomine en tu país).
Metemos el tocino en la bolsa y lo golpeamos enérgica y alegremente con el palo de amasar hasta que esté en trocitos pequeños.
Es mucho más rápido y más entretenido que esperar que se descongele y picarlo.
¡Manos a la obra!
[fin]
Nada como liberar tensiones en la cocina!