Las torrijas son una excelente forma de aprovechar el pan viejo. Son de origen español, aunque hay recetas similares bajo distintos nombres en gran parte de Europa. En estos tiempos de hegemonía cultural estadounidense se conocen más como french toast o tostadas francesas.
En este caso, aprovechamos un par de panes que nos sobraron una noche en la que hicimos Barros Luco casero.
La mañana siguiente tomamos dos panes, una taza de leche, un huevo, azúcar, canela, nuez moscada y unas gotas de esencia de vainilla, y manos a la obra.
El procedimiento es muy simple. Cortamos el pan en tajadas gruesas, de un centímetro o un centímetro y medio de espesor, las remojamos brevemente en la leche con el huevo y la vainilla, las freímos en abundante mantequilla, y una vez doradas. las pasamos por una mezcla de una taza de azúcar, una cucharada de canela en polvo y media cucharadita de nuez moscada en polvo, bien mezcladas.
Son súper llenadoras. Con estos dos panes desayunamos cuatro personas bien, y quedamos satisfechos.
Variaciones
Las variaciones son muchísimas. Hemos visto desde pan remojado en vino tinto y frito en aceite, hasta mezclas cuidadísimas de leche de remojo con especias, licores y un largo etcétera.
Se pueden preparar torrijas veganas sustituyendo la leche de vaca por leche vegetal, el huevo por harina de garbanzo y friendo en margarina.
Se le puede verter un jarabe o almíbar en vez de pasarlas por azúcar especiada.
En fin, las posibilidades son legión.
¿Cómo preparas tu las torrijas?
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